Para interpretar el significado del contacto visual, es esencial observar el contexto donde se produce, así como el resto de señales del lenguaje corporal. Hay que tener en cuenta también, la diferencias individuales y culturales. No es igual el contacto ocular empleado por una persona introvertida que por una extrovertida, como tampoco lo es, el que mantiene un hombre con una mujer y viceversa.
Con esta información, podemos deducir: el estado de ánimo de las personas, si nos dicen la verdad o no, si nos prestan atención, si comprende lo que decimos, etc.
Algunas formas típicas de contacto visual entre las personas que todos reconocemos fácilmente pueden ser:
Cuando la gente está nerviosa, los ojos tienden a moverse rápidamente, explorando el entorno.
Si tenemos miedo, los ojos se mantienen muy abiertos y sin pestañear.
Con el enfado los ojos se achican, se alargan, y las pupilas se contraen como reacción a la descarga de adrenalina, y a la subida del ritmo cardíaco.
Un excesivo contacto ocular, mirando fijamente o con frecuencia a otra persona, se considera generalmente como manifestación de superioridad, falta de respeto, dominio y amenaza. Pero en otros contextos, se interpretara como señal de atracción sexual.
Un escaso contacto ocular, se interpreta como: falta de sinceridad o timidez. El dejar de mirar a los ojos y bajar la vista suele ser analizado como signo de sumisión.
Se mira más cuando se escucha que cuando se habla, pero en todo caso, lo recomendable es alternar a lo largo de la conversación el contacto visual, cada cinco 5 segundos.
Cuando las personas se agradan mutuamente, mantienen mucho más contacto ocular que las que no se gustan. Es más, cuando una persona aumenta el contacto ocular en una proporción de tiempos no superiores a 5 segundos, nos induce a que nos guste más.
Las personas cuando mantienen una conversación personal e íntima, suelen mirarse más entre si, y sus cuerpos se aproximan.
Otro detalle esencial en la mirada, son las pupilas. Estas se dilatan más cuando vemos algo que nos gusta. Y por el contrario cuando alguien tiene las pupilas pequeñas, inmediatamente se interpreta como malestar, agresión o desconfianza.
Por todo ello en protocolo, a la hora de organizar un evento, tenemos muy en cuenta la luz, y buscamos siempre una ambientación cálida y suave, donde las pupilas se dilatan, para inducir a nuestros interlocutores a relajarse, favoreciendo de este modo la conversación y el encuentro. De ahí, la internacional costumbre de poner velas en una cena romántica.
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